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Alex Txikon, regreso a casa: “La montaña no nos ha dejado ni intentarlo”

07 de Marzo de 2018  |  Deja tu comentario
El alpinista vasco aterriza en Bilbao, dando fin a su expedición invernal al Everest.

Alex Txikon es recibido con on un Aurrresku en su honor al volver a casa
Alex Txikon es recibido con on un Aurrresku en su honor al volver a casa

“Me he quedado con la sensación de que el Everest no me ha dado una oportunidad. Lo único que pedía los dos años que he ido era que tener la oportunidad de salir del campo 4 hacia cima. Pero las condiciones lo han impedido”.

El alpinista vasco Alex Txikon y su equipo aterrizaron ayer en el Aeropuerto de Bilbao, dando así por concluida la expedición en la que intentaban alcanzar la 1ª cumbre invernal sin oxígeno de la historia en el Everest. Ya antes de partir, tanto este año como el pasado, nos confesaba que lo único que le pedía a la montaña era una oportunidad: “salir del campo 4”. Afirmaba, con toda la razón, que para conseguir la cumbre fuera de temporada hace falta al menos una ventana con condiciones, pero que, a diferencia de verano, hay años que esta no se da. Y este ha sido uno de ellos.

A esa altitud, sin oxígeno, el viento es clave, tanto en verano como en invierno: si sopla a más de 25-30 kilómetros por hora, la cima es algo muy difícil; por encima de 45-50km/h, no puede alcanzarse sin botellas. Añadamos los -50ºC del invierno, que en cima pueden ser hasta -70ºC con vientos fuertes y a casi 9.000m de altitud.

“Habían anunciado una ventana de buen tiempo. De repente, a casi 7.900m, con temperatura de -50ºC, empezó a soplar a 70 kilómetros por hora. Y se veía que iba a venir más fuerte. Así que hubo que abandonar. Si no lo hubiéramos hecho, es probable que alguno no hubiéramos regresado.”

La expedición empezó bien. Durante el mes de enero pudieron trabajar, equipando casi hasta el collado sur, porteando como mulas a través de la cascada del Khumbu, superando con 25-30kg a la espalda la pared del Lhotse. Además, pudieron realizar la cumbre invernal del Pumori. Llegados a ese punto, y realizado el trabajo duro, parecía que tenían por delante 30 días para esperar la ventana de buen tiempo. Pero entonces todo cambio.

“De repente, nos vimos obligado por la meteo a estar 15 días enteros encerrados en la tienda del campo base, sin poder hacer nada. Eso nos limitó, poniéndonos cerca del fin de expedición. Cada vez que se anunciaba un posible día de cumbre, acabábamos con vientos de 120-140km/h. Al final, nos hemos tenido que ir de la montaña sin ni siquiera haber tenido una oportunidad.”

Ahora toca descansar. En estos momentos no pasa por su cabeza un tercer intento al Everest, algo que supone un esfuerzo económico y logístico tremendo y difícil de afrontar. “Hay otras montañas, otros retos. Podría ser el K2, por qué no.”

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