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Indian Creek. Entre las fisuras de Utah y las leyendas del Far West

Visitar Indian Creek y otros lugares de escalada del oeste americano es una experiencia única por varios motivos. El primero porque nos permite encontrarnos con lugares míticos que forman parte de nuestro imaginario colectivo debido a las películas que durante todo el siglo XX Hollywood nos ofreció. Y el segundo por lo especial de la escalada que allí tendremos que practicar. Totalmente diferente a la nuestra, dura, en la que prácticamente tendremos que partir de cero.
Visitar Indian Creek y otros lugares de escalada del oeste americano es una experiencia única por varios motivos. El primero porque nos permite encontrarnos con lugares míticos que forman parte de nuestro imaginario colectivo debido a las películas que durante todo el siglo XX Hollywood nos ofreció. Y el segundo por lo especial de la escalada que allí tendremos que practicar. Totalmente diferente a la nuestra, dura, en la que prácticamente tendremos que partir de cero. Fisuras que sólo permiten su escalada por medio de dolorosos empotramientos, areniscas de especial adherencia.

Jordi Mañé y Rubén Pérez visitaron la zona hace unos meses. Un viaje en el que probaron el dolor de los empotramientos, la belleza del wilderness y las escaladas, y por supuesto, la inevitable parada en Las Vegas...

Por fin tengo la oportunidad de visitar el oeste americano y sus míticas zonas desérticas. Ya tenía ganas de empaparme de polvo, “enfundarme” bien las manos con esparadrapo como un púgil, y pelear con las perfectas líneas de arenisca de zonas como Indian Creek (Utah), Zyon Rocks (Utah) o Red Rocks (Nevada).

Después de algunas escaladas de tipo alpino, donde la mayor parte de la progresión se realiza en fisuras, diedros, bavaresas, etc.., te das cuenta de lo torpe y lento que puedes llegar a ser sin conocer y haber practicado las técnicas de cerrojos y empotramientos de dedos, manos, pies e incluso de partes insospechadas del cuerpo humano. Esto es una motivación más para muchos escaladores que visitan las paredes y torres de Indian Creek, con seguridad el mejor lugar del mundo para practicar este estilo y escalar líneas poco comunes en nuestras tierras.

Esta vez volaré solo para tierras del Tio Sam, la verdad es que me preocupa un poco la entrada al país, las leyendas urbanas sobre el tema, mi inglés un poco oxidado, el petate repleto de artilugios metálicos extraños y mis “pintas” no me hacen ser muy optimista con respecto al recibimiento de los funcionarios de la aduana, que dudo que sea fácil y afable. Pero después de algunas esperas, siempre en las filas de potencialmente sospechosos, y continuas revisiones de mi valija, finalmente consigo llegar, haciendo escala en Miami, a mi destino inicial: Las Vegas, la famosa ciudad del pecado.

Hay un dicho que cuenta que a Las Vegas se viene a perder dinero. Como estoy aturdido por el viaje, por las luces de neón, y como me conozco...decido salir disparado para Moab (Utah) nada más salir del aeropuerto. Por si acaso...

Hay tres puntos de partida principales para llegar a Moab: Las Vegas (Nevada), Salt Lake City (capital de Utah) y Denver (Colorado). Desde cualquiera de sus aeropuertos podremos alquilar un coche y en no menos de 6-7 horas llegaremos a Moab, la meca mundial de la escalada en fisuras.

Moab es una pequeña ciudad situada a 374 km al sureste de Salt Lake City, capital de Utah y centro histórico y neurálgico de la Iglesia mormona, fundada en 1830 por Joseph Smith.

La población de Moab ronda los 5000/6000 habitantes. El mundo comenzó a conocer su apasionante entorno a partir de 1949, gracias a John Ford y sus películas rodadas en lugares increíbles como el Arches National Park o el Canyonlands National Park. Moab, bañada al norte por el rio Colorado, experimentó a partir de los 70 un rápido proceso de desarrollo propiciado por el turismo de deportes extremos (escalada, BTT, Enduro, 4x4, Parapente, Rafting...)

Allí había quedado con mi amigo Rubén Pérez (Ino), un fuerte y siempre súper motivado escalador riojano, con el que ya he compartido bonitas experiencias a lo largo de las paredes del mundo. Ino ya conoce la zona, creo que será su tercera vez en Indian Creek. De hecho, a mi llegada, ya lleva un mes moviéndose por EEUU, y ha llegado allí “rebotado” del Yosemite National Park, después de sufrir el cierre de todos los Parques Nacionales del país, decisión del gobierno americano por problemas presupuestarios.

En este caso, la suerte está de nuestro lado, ya que Indian Creek tiene condición de Parque Natural y no de Parque Nacional...

Acuerdo con Ino encontrarnos en el Lazy Lizard, un conocido y barato hostal situado a las afueras de Moab. Este hostal tiene la cualidad de mezclar armónicamente, incluso diría que de forma familiar, lo más pintoresco de la gente local con la presencia de gente de diferentes partes del mundo en busca de aventura y paisajes genuinos. Este hostal pasará a ser nuestro punto de reposo, que visitaremos cada 4 días más o menos, aprovechando para dormir en una cama y pegarnos una duchita.

En Moab hay dos tiendas de montaña (Gear Heads y Pagan). En ellas encontraremos todos los “gadgets” posibles para escalada, senderismo, etc, pero la verdad es que nuestro producto estrella, aparte de botellas de gas para los hornillos, son los rollos de esparadrapo para proteger nuestras maltrechas y torpes manos. Una vez abastecidos de agua, comida y todo lo necesario (recordad que en Indian Creek no encontraremos comida ni agua potable), nos dirigimos al fin al paraíso de las fisuras.

Estoy impaciente y sobretodo alucinando con el paraje, tengo la sensación que en cualquier instante asaltaran nuestra “diligencia”unos cuatreros, aparecerá John Wayne con su caballo o seremos sorprendidos por indios Navajos, los pobladores originarios de estas tierras. Después de conducir dirección sureste poco más de una hora, llegamos a Indian Creek. Allí hay 4 zonas básicas para la acampada libre, un área llamada Superbowl, el Cottonwood camping, otra llamada Bridget Jack camping y el Creek Pasture. Nosotros nos decidimos por este último. Hace muy poco tiempo la administración local dotó a estas zonas de casetas con WC y papel higiénico, creemos para salvaguardar el entorno de este lugar, y también ha colocado mesas y habilitado lares para poder encender fuego y parrillas (recordad que no se puede coger leña en el entorno, hay que comprarla en Moab), cosa que nos hace pensar que en poco tiempo estos campamentos perderán su condición de áreas libres, y el consiguiente pago por disfrutar de ellas será una realidad en un futuro no muy lejano.

COMIENZA LA ESCALADA

Una vez instalados, sin más preámbulos, ¡¡¡vamos a escalar!!!.

En primer lugar, para escalar aquí, hace falta un amplio surtido de “friends”(camalots, tótems, áliens, metolius, etc…). Yo recomendaría 4 juegos de “friends “ por persona, pensad que hay vías con fisuras perfectas que necesitaremos 8 “friends” de la misma medida.

En segundo lugar, necesitaremos una alta dosis de motivación, la escalada en fisuras es sumamente dolorosa. Antes de ir creía que sufriría más con las manos y los dedos, pero el dolor de empotrar los pies en numerosas grietas, junto con pies de gato no muy acertados en diseño y talla para ello, fue de lo más duro...podríamos hablar de escalada fakir. Las heridas, cortes, abrasiones y costras están a la orden del día, los genuinos y espectaculares “Guerreros de Goja” creo que estarían orgullosos de nuestras andanzas por estas verticalidades. En tercer lugar, también necesitaremos trabajar nuestra humildad, realmente parece que empieces de 0, llegas a pensar que de poco o nada han servido los años de experiencia que llevas escalando. Pero con el paso de los días, y con tenacidad, se empiza a tener buenas sensaciones. La verdad es que las estéticas líneas ayudan a la motivación, las vías son realmente espectaculares.

Había oído hablar a algún amigo utilizando anglicismos sobre los splitters (fisuras perfectas en medio de una placa), los corners (esquinas fisuradas perfectas, (que pueden ser left-facing o right-facing dependiendo del lado por donde la ataques), flakes (bavaresas), offwidths (fisuras muy anchas sin llegar a ser chimeneas)...y ahora, finalmente estaba con las manos en la masa, es todo un mundo y un estilo en si mismo.

En un principio es recomendable para los chicos escalar fisuras que se protegen sobretodo con camalot del 2 (amarillo), es donde el empotramiento sale casi natural, mucho más fácil. Las de camalot 3 (azul) también son buenas para empezar. Las chicas en cambio van muy bien en las fisuras del 1 (camalot rojo). A partir de aquí la cosa se va complicando: que si “fist” (puños), que si “thin hands”(mano fina para chico, es el 1 rojo), “fingers”(dedos, que acostumbran a ser alien rojo, gris, amarillo, verde...)

Los empotramientos de dedos, a priori se nos dan bien a los europeos, que tenemos los dedos fuertes de la escalada en regletas y agujeros, y se trata también de un “empotre” bastante natural. Pero meter los pies y trabajarlos en las fisuras de dedos es complicado, llegas a subir medio en ”campus” colgando de los dedos empotrados...Y luego llega la temida medida del 0.75 de camalot (verde), un tipo de fisura que no entra la mano y en que los dedos bailan, aquí hay que intentar el complicado cerrojo llamado “ringlock”, un empotramiento usando índice y pulgar muy difícil de realizar y de pillarle “feeling”. En este caso, con nuestra técnica salchichera, los pies tampoco nos entran demasiado bien, resultando decepcionante nuestra progresión.

Lo que si es de agradecer es lo bien que se protegen este tipo de fisuras, los “cacharros” quedan como vulgarmente decimos “a caldo”, acostumbrados “en casa” a emplazamientos mucho más irregulares en paredes de caliza y conglomerados, en esta roca de arenisca todo nos resulta más rápido, fácil y seguro.

Los desplazamientos del Creek Pasture a Moab y vuelta son constantes, así como la idas y venidas entre los diferentes sectores como Cat Wall, Reservoir wall, Battle of the Bulge, Skarface wall, Way Rambo wall, etc. Pero sin olvidarnos de la vida del campamento donde el contante dolor de mandíbula producido por tanta risa sustituye, por suerte, al dolor de nuestras maltrechas extremidades.

En el campamento coincidiremos en las cenas junto al fuego con los vascos Rubén (Gudino), Arkaitz, Óscar (Juanito Shrek), Andoni (Dono), también con los madrileños Jaime, Javi, Alejandro, Guardi, y con Lucia, andaluza afincada en Madrid. Son duras: pensad que estamos entre octubre y noviembre, y el nada temperado clima continental hace que las temperaturas nocturnas bajen en picado, propiciando fuertes heladas cada noche, incluso alguna que otra nevada. También el campamento sufrió una fuerte tormenta de arena que acabo desperdigando material, comida y tiendas de campaña a su antojo.

Para completar el viaje, aprovechar para descansar y recargarnos de energía, hicimos alguna incursión dentro y fuera del estado. Visitamos los parques de Canyonlands y Arches, admiramos los paisajes del Green River, visitamos Salt Lake City, en donde vimos alguno de sus templos mormones y alucinamos con el mega-rocódromo “Momentum”, donde además de millones de presas, se puede practicar fisuras de todas las medidas, ¡incluso offwidth! Estuvimos en Boulder (Colorado), meca para la escalada en EEUU, pasamos Halloween en casa de Laura Bernabé, una simpática catalana de Badalona que reside y trabaja en la zona.

Y la guinda, volviendo ya a Las Vegas con Ino, con la parada que hicimos en Zyon Rocks, un sitio espectacular con fisuras de varios largos, y ya a media hora de la metrópoli del pecado, escalamos una bonita vía en Red Rocks.

Nuestra intención era haber pasado más tiempo en ambos lugares, pero Indian Creek nos atrapó y agotamos el tiempo allí.

Finalmente, y como temíamos y cabía esperar, sucumbimos a los encantos que ofrece la noche en Las Vegas. Parecía que siendo montañeros, escaladores, más acostumbrados al monte que a las grandes urbes, podíamos estar como pez fuera del agua. Pero no: no sólo nos adaptamos, si no que rompimos con todo…no quiero ni saber el dinero que despilfarré en una noche...el alcohol, el neón, el látex y el cuero, se compincharon en poderosa alianza que nos acabó vaciando los bolsillos y la Visa. Hubiésemos acabado vendiendo nuestra alma al mismo demonio, pero ya con todos los cartuchos quemados, acabamos casi vomitando en un taxi dirección a nuestro hotel. Al día siguiente, además de un tremendo malestar y un dolor de cabeza martilleante, camino del aeropuerto internacional de McCarran, solo había espacio para los tópicos, al más puro estilo ”Resacón en Las Vegas”.

Pero eso es otra historia. Al fin y al cabo “lo que pasa en Las Vegas , se queda en Las Vegas”.

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