Jordi Mañé y Rubén Pérez visitaron la zona hace unos meses. Un viaje en el que probaron el dolor de los empotramientos, la belleza del wilderness y las escaladas, y por supuesto, la inevitable parada en Las Vegas...
Por fin tengo la oportunidad de visitar el oeste americano y sus míticas zonas desérticas. Ya tenía ganas de empaparme de polvo, “enfundarme” bien las manos con esparadrapo como un púgil, y pelear con las perfectas líneas de arenisca de zonas como Indian Creek (Utah), Zyon Rocks (Utah) o Red Rocks (Nevada).
Después de algunas escaladas de tipo alpino,
donde la mayor parte de la progresión se realiza
en fisuras, diedros, bavaresas, etc.., te das
cuenta de lo torpe y lento que puedes llegar a
ser sin conocer y haber practicado las técnicas
de cerrojos y empotramientos de dedos, manos,
pies e incluso de partes insospechadas
del cuerpo humano. Esto es una motivación
más para muchos escaladores que visitan las
paredes y torres de Indian Creek, con seguridad
el mejor lugar del mundo para practicar
este estilo y escalar líneas poco comunes en
nuestras tierras.
Esta vez volaré solo para tierras del Tio Sam, la
verdad es que me preocupa un poco la entrada
al país, las leyendas urbanas sobre el tema,
mi inglés un poco oxidado, el petate repleto de
artilugios metálicos extraños y mis “pintas” no
me hacen ser muy optimista con respecto al
recibimiento de los funcionarios de la aduana,
que dudo que sea fácil y afable. Pero después
de algunas esperas, siempre en las filas de
potencialmente sospechosos, y continuas revisiones
de mi valija, finalmente consigo llegar,
haciendo escala en Miami, a mi destino inicial:
Las Vegas, la famosa ciudad del pecado.
Hay un dicho que cuenta que a Las Vegas se
viene a perder dinero. Como estoy aturdido
por el viaje, por las luces de neón, y como me
conozco...decido salir disparado para Moab
(Utah) nada más salir del aeropuerto. Por si
acaso...
Hay tres puntos de partida principales para llegar
a Moab: Las Vegas (Nevada), Salt Lake
City (capital de Utah) y Denver (Colorado).
Desde cualquiera de sus aeropuertos podremos
alquilar un coche y en no menos de 6-7
horas llegaremos a Moab, la meca mundial de
la escalada en fisuras.
Moab es una pequeña ciudad situada a 374
km al sureste de Salt Lake City, capital de Utah
y centro histórico y neurálgico de la Iglesia
mormona, fundada en 1830 por Joseph Smith.
La población de Moab ronda los 5000/6000
habitantes. El mundo comenzó a conocer su
apasionante entorno a partir de 1949, gracias
a John Ford y sus películas rodadas en lugares
increíbles como el Arches National Park o
el Canyonlands National Park. Moab, bañada
al norte por el rio Colorado, experimentó a partir
de los 70 un rápido proceso de desarrollo
propiciado por el turismo de deportes extremos
(escalada, BTT, Enduro, 4x4, Parapente,
Rafting...)
Allí había quedado con mi amigo Rubén Pérez
(Ino), un fuerte y siempre súper motivado escalador
riojano, con el que ya he compartido
bonitas experiencias a lo largo de las paredes
del mundo. Ino ya conoce la zona, creo que
será su tercera vez en Indian Creek. De hecho,
a mi llegada, ya lleva un mes moviéndose por
EEUU, y ha llegado allí “rebotado” del Yosemite
National Park, después de sufrir el cierre
de todos los Parques Nacionales del país, decisión
del gobierno americano por problemas
presupuestarios.
En este caso, la suerte está de nuestro lado,
ya que Indian Creek tiene condición de Parque
Natural y no de Parque Nacional...
Acuerdo con Ino encontrarnos en el Lazy Lizard, un conocido y barato hostal situado a las
afueras de Moab. Este hostal tiene la cualidad
de mezclar armónicamente, incluso diría que
de forma familiar, lo más pintoresco de la gente
local con la presencia de gente de diferentes
partes del mundo en busca de aventura y paisajes
genuinos. Este hostal pasará a ser nuestro
punto de reposo, que visitaremos cada 4
días más o menos, aprovechando para dormir
en una cama y pegarnos una duchita.
En Moab hay dos tiendas de montaña (Gear
Heads y Pagan). En ellas encontraremos todos
los “gadgets” posibles para escalada, senderismo,
etc, pero la verdad es que nuestro
producto estrella, aparte de botellas de gas
para los hornillos, son los rollos de esparadrapo
para proteger nuestras maltrechas y torpes
manos. Una vez abastecidos de agua, comida
y todo lo necesario (recordad que en Indian
Creek no encontraremos comida ni agua potable),
nos dirigimos al fin al paraíso de las
fisuras.
Estoy impaciente y sobretodo alucinando con
el paraje, tengo la sensación que en cualquier
instante asaltaran nuestra “diligencia”unos
cuatreros, aparecerá John Wayne con su caballo
o seremos sorprendidos por indios Navajos,
los pobladores originarios de estas tierras.
Después de conducir dirección sureste poco
más de una hora, llegamos a Indian Creek. Allí
hay 4 zonas básicas para la acampada libre,
un área llamada Superbowl, el Cottonwood
camping, otra llamada Bridget Jack camping y
el Creek Pasture. Nosotros nos decidimos por
este último. Hace muy poco tiempo la administración
local dotó a estas zonas de casetas
con WC y papel higiénico, creemos para salvaguardar
el entorno de este lugar, y también ha
colocado mesas y habilitado lares para poder
encender fuego y parrillas (recordad que no se
puede coger leña en el entorno, hay que comprarla
en Moab), cosa que nos hace pensar
que en poco tiempo estos campamentos perderán
su condición de áreas libres, y el consiguiente
pago por disfrutar de ellas será una
realidad en un futuro no muy lejano.
COMIENZA LA ESCALADA
Una vez instalados, sin más preámbulos, ¡¡¡vamos
a escalar!!!.
En primer lugar, para escalar aquí, hace falta
un amplio surtido de “friends”(camalots, tótems,
áliens, metolius, etc…). Yo recomendaría
4 juegos de “friends “ por persona, pensad
que hay vías con fisuras perfectas que necesitaremos
8 “friends” de la misma medida.
En segundo lugar, necesitaremos una alta dosis
de motivación, la escalada en fisuras es
sumamente dolorosa. Antes de ir creía que
sufriría más con las manos y los dedos, pero
el dolor de empotrar los pies en numerosas
grietas, junto con pies de gato no muy acertados
en diseño y talla para ello, fue de lo más
duro...podríamos hablar de escalada fakir. Las
heridas, cortes, abrasiones y costras están a
la orden del día, los genuinos y espectaculares
“Guerreros de Goja” creo que estarían orgullosos
de nuestras andanzas por estas verticalidades.
En tercer lugar, también necesitaremos trabajar
nuestra humildad, realmente parece que
empieces de 0, llegas a pensar que de poco o
nada han servido los años de experiencia que
llevas escalando. Pero con el paso de los días,
y con tenacidad, se empiza a tener buenas
sensaciones. La verdad es que las estéticas
líneas ayudan a la motivación, las vías son
realmente espectaculares.
Había oído hablar a algún amigo utilizando
anglicismos sobre los splitters (fisuras perfectas
en medio de una placa), los corners (esquinas
fisuradas perfectas, (que pueden ser
left-facing o right-facing dependiendo del lado
por donde la ataques), flakes (bavaresas),
offwidths (fisuras muy anchas sin llegar a ser
chimeneas)...y ahora, finalmente estaba con
las manos en la masa, es todo un mundo y un
estilo en si mismo.
En un principio es recomendable para los chicos
escalar fisuras que se protegen sobretodo
con camalot del 2 (amarillo), es donde el
empotramiento sale casi natural, mucho más
fácil. Las de camalot 3 (azul) también son buenas
para empezar. Las chicas en cambio van
muy bien en las fisuras del 1 (camalot rojo). A
partir de aquí la cosa se va complicando: que
si “fist” (puños), que si “thin hands”(mano fina
para chico, es el 1 rojo), “fingers”(dedos, que
acostumbran a ser alien rojo, gris, amarillo,
verde...)
Los empotramientos de dedos, a priori se nos
dan bien a los europeos, que tenemos los
dedos fuertes de la escalada en regletas y
agujeros, y se trata también de un “empotre”
bastante natural. Pero meter los pies y trabajarlos en las fisuras de dedos es complicado,
llegas a subir medio en ”campus” colgando de
los dedos empotrados...Y luego llega la temida
medida del 0.75 de camalot (verde), un tipo de
fisura que no entra la mano y en que los dedos
bailan, aquí hay que intentar el complicado
cerrojo llamado “ringlock”, un empotramiento
usando índice y pulgar muy difícil de realizar y
de pillarle “feeling”. En este caso, con nuestra
técnica salchichera, los pies tampoco nos entran
demasiado bien, resultando decepcionante
nuestra progresión.
Lo que si es de agradecer es lo bien que se
protegen este tipo de fisuras, los “cacharros”
quedan como vulgarmente decimos “a caldo”,
acostumbrados “en casa” a emplazamientos
mucho más irregulares en paredes de caliza y
conglomerados, en esta roca de arenisca todo
nos resulta más rápido, fácil y seguro.
Los desplazamientos del Creek Pasture a
Moab y vuelta son constantes, así como la
idas y venidas entre los diferentes sectores
como Cat Wall, Reservoir wall, Battle of the
Bulge, Skarface wall, Way Rambo wall, etc.
Pero sin olvidarnos de la vida del campamento
donde el contante dolor de mandíbula producido
por tanta risa sustituye, por suerte, al dolor
de nuestras maltrechas extremidades.
En el campamento coincidiremos en las cenas
junto al fuego con los vascos Rubén (Gudino),
Arkaitz, Óscar (Juanito Shrek), Andoni (Dono),
también con los madrileños Jaime, Javi, Alejandro,
Guardi, y con Lucia, andaluza afincada
en Madrid. Son duras: pensad que estamos
entre octubre y noviembre, y el nada temperado
clima continental hace que las temperaturas
nocturnas bajen en picado, propiciando
fuertes heladas cada noche, incluso alguna
que otra nevada. También el campamento sufrió
una fuerte tormenta de arena que acabo
desperdigando material, comida y tiendas de
campaña a su antojo.
Para completar el viaje, aprovechar para descansar
y recargarnos de energía, hicimos alguna
incursión dentro y fuera del estado. Visitamos
los parques de Canyonlands y Arches,
admiramos los paisajes del Green River, visitamos
Salt Lake City, en donde vimos alguno
de sus templos mormones y alucinamos con
el mega-rocódromo “Momentum”, donde además
de millones de presas, se puede practicar
fisuras de todas las medidas, ¡incluso offwidth!
Estuvimos en Boulder (Colorado), meca para
la escalada en EEUU, pasamos Halloween en
casa de Laura Bernabé, una simpática catalana
de Badalona que reside y trabaja en la
zona.
Y la guinda, volviendo ya a Las Vegas con Ino,
con la parada que hicimos en Zyon Rocks, un
sitio espectacular con fisuras de varios largos,
y ya a media hora de la metrópoli del pecado,
escalamos una bonita vía en Red Rocks.
Nuestra intención era haber pasado más tiempo
en ambos lugares, pero Indian Creek nos
atrapó y agotamos el tiempo allí.
Finalmente, y como temíamos y cabía esperar,
sucumbimos a los encantos que ofrece la
noche en Las Vegas. Parecía que siendo montañeros,
escaladores, más acostumbrados
al monte que a las grandes urbes, podíamos
estar como pez fuera del agua. Pero no: no
sólo nos adaptamos, si no que rompimos con
todo…no quiero ni saber el dinero que despilfarré
en una noche...el alcohol, el neón, el látex
y el cuero, se compincharon en poderosa
alianza que nos acabó vaciando los bolsillos
y la Visa. Hubiésemos acabado vendiendo
nuestra alma al mismo demonio, pero ya con
todos los cartuchos quemados, acabamos casi
vomitando en un taxi dirección a nuestro hotel.
Al día siguiente, además de un tremendo malestar
y un dolor de cabeza martilleante, camino
del aeropuerto internacional de McCarran,
solo había espacio para los tópicos, al más
puro estilo ”Resacón en Las Vegas”.
Pero eso es otra historia. Al fin y al cabo “lo
que pasa en Las Vegas , se queda en Las Vegas”.