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Accidente de Tamara Lunger y Simone Moro en una grieta; fin a la expedición invernal a Gasherbrum

Consiguen salvarse tras duro esfuerzo.

Accidente para Simone Moro y Tamara Lunger en los Gasherbrum. Foto: FB Simone Moro
Accidente para Simone Moro y Tamara Lunger en los Gasherbrum. Foto: Matteo Pavana, FB Simone Moro

El invierno en el Karakorum es muy duro. Y ochomiles como los Gasherbrum, con sus caos de hielo, grietas y seracs en la parte baja, complican el trabajo y el riesgo hasta el máximo, sobre todo para un equipo de tan solo dos personas.

Tamara Lunger y Simone Moro ya recibieron hace unos días un serio aviso de la montaña. Un vendaval con temperaturas extremas destrozó la ruta que, con tanto esfuerzo, habían abierto a través del laberinto de hielo durante dos duras semanas de trabajo, y al comenzar de cero a reabrirla un desprendimiento de placa estuvo a punto de alcanzarles.

Este toque de atención les hizo tomar la decisión de esperar a que las condiciones fueran mejores. Hace dos días, con todo más asentado, partieron con la intención de alcanzar por fin el campo 1, dormir en él, y ascender hasta el 2. Si conseguían dar este paso, quedaba expedito el camino hacia las zonas altas.

Pero la montaña les reservaba otros planes: “Ayer estuvimos a un tris de un trágico y desastroso epílogo para Tamara y para mí”, comenta Simone Moro.

Las cosas no empezaron mal, y encontraron la salida del glaciar. “Ya estábamos fuera, habíamos pasado la última gran grieta, y nos encaminábamos hacia el plateau final. Seguíamos encordados, con las antenas puestas, porque sabemos que las grietas siempre pueden estar ahí, pero con la moral alta al, por fin, haber superado todo”.

Simone Moro y Tamara Lunger, orientándose en el laberinto. Foto: The Vertical Eye - Matteo Pavana
Simone Moro y Tamara Lunger, orientándose en el laberinto. Foto: The Vertical Eye - Matteo Pavana

Una grieta final se interponía en su camino y, mientras Simone aseguraba, Tamara la cruzó sin problemas, situándose en zona de seguridad, 20 metros más allá de su borde, disponiéndose a su vez a asegurar a Simone. Pero de repente, en una zona que suponemos tapada por la nieve, cuenta Simone que “en una fracción de segundo el abismo se abrió bajo mis pies y caí. Tamara sufrió un tirón tan violento que literalmente voló hasta el filo de la grieta, mientras yo caía 20 metros, golpeándome la parte trasera de las piernas y las nalgas en los filos de hielo de ese vacío sin fin. No tenía más de 50 centímetros de ancho, y estaba en completa oscuridad”.

Mientras tanto, Tamara sostenía como podía a Simone, con la cuerda enrollada alrededor de su mano, lo que le provocaba un entumecimiento y un dolor insufribles. El peso y el hielo la hacían ir patinando lentamente en el filo de la grieta. Todo complicado por el hecho de que, debido a la gran cantidad de nieve, Tamara llevaba raquetas en sus pies. “Conseguí colocar un anclaje muy precario con una sola mano”, cuenta Simone, “mientras notaba como lentamente me hundía en el abismo. Tuve la lucidez de coger el tornillo de hielo que tenía en mi arnés, y asegurarme en la pared de la grieta. Este tornillo me detuvo, y dejé de arrastrar a Tamara”.

Tras 2 horas de duro trabajo, contorsiones y esfuerzos hasta la extenuación, Simone consiguió salir de la grieta con ayuda de su piolet, a oscuras, y atrapado entre 2 paredes de 50 centímetros de ancho. “Temblando y con cientos de contusiones abracé a Tamara, que lloraba por el dolor en su mano. Mientras yo ascendía, ella había conseguido organizar una reunión para asegurarme en la escalada de los 20 metros de grieta. Finalmente, bajamos al campo base”.

Tamara Lunger y Simone Moro, tras el accidente, han puesto punto final a su expedición, solicitando su evacuación de la montaña. Ambos necesitan asistencia médica, con fuertes golpes, dolores y contusiones; además, la mano de Tamara está inutilizada y totalmente entumecida.

Como dice Simone, “Bien está lo que bien acaba”.

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