Vídeo: Michaela Kiersch encadena Era Vella, 9a, Margalef
Una productiva visita de 1 mes de Michaela Kiersch a Margalef culmina con su segundo 9a+, Víctima Perfecta, y con la escalada de Era Vella, 9a. Aquí está el vídeo de la 2ª.
Partiendo desde Zermatt, Simon Messner y Martin Sieberer escalan en el día la legendaria vía de Walter Bonatti a la norte del Matterhorn.
Son las palabras con las que Simon Messner anuncia la escalada de una de las rutas más anheladas del Cervino. Walter Bonatti la abrió de una forma magistral en 1965, en solitario y en invierno, quedando como paradigma de lo que es el alpinismo extremo y comprometido. Desde entonces ha sido objetivo de algunas de las mejores cordadas de cada generación, a pesar de que ha sido poco repetida; por poner un ejemplo, la primera repetición italiana data de 2011. Aunque ya había sido escalada en el día, incluso en algo menos de 8 horas desde pie de pared, los alpinistas habitualmente partían del refugio Hörnli.
“Tomamos el tren de Täsch a Zermatt a las 4 de la mañana, y tras la larga aproximación, a las 9 y 15 estábamos a pie de vía. Es una hora tardía para escalar una montaña así, pero las condiciones eran buenas, así que continuamos. Íbamos ambos en solo para ahorrar tiempo, hasta que llegamos a la “Travesía des Anges”. Allí el terreno se complica demasiado, y nos encordamos”, comenta Messner.
Para cuando llegaban a la cascada de hielo final, en donde se une la Bonatti con la normal a la norte, la noche les cayó encima. “Seguimos a la luz de nuestros frontales, mientras la sed empezaba a ser casi insoportable, y en la oscuridad perdimos la salida original, así que escalamos directamente hasta cumbre”. Llegaban a medianoche, 3.000 metros y casi 20 horas después de partir de Zermatt y, por si fuera poco, el frontal de Sieberer dejó de funcionar en cuanto hollaron la cima. El descenso hasta la cabaña Solvay en la oscuridad, con solo un frontal, con el cansancio acumulado, y con la deshidratación, “se convirtió en otra inolvidable aventura”.
Por fin, a las 2:00am, llegaron al pequeño vivac Solvay, en donde se encontraron con todas las literas llenas. No les importó: derritieron nieve delante de la cabaña, “el primer líquido que bebíamos tras tantas horas nos supo a gloriao”, e intentaron descansar en el suelo hasta el amanecer.
Tras la escalada, ambos muestran su admiración por el gran maestro: “Lo que queda es un gran respeto por Walter Bonatti, que abrió esta fantástica ruta en 1965 en solitario y en invierno durante varios días, ¡un desafío mental incomparable!”
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