Vídeo: Michaela Kiersch encadena Era Vella, 9a, Margalef
Una productiva visita de 1 mes de Michaela Kiersch a Margalef culmina con su segundo 9a+, Víctima Perfecta, y con la escalada de Era Vella, 9a. Aquí está el vídeo de la 2ª.
Un paraíso entre bosques y montañas para el escalador clásico de dificultad.
Canadá es un país de grandes montañas y naturaleza salvaje. Su sola mención evoca grandes sueños a los alpinistas, montañeros y, en general, amantes de la naturaleza de toda el mundo.
También es un excelente lugar para la escalada en roca, clásica y alpina.
El guía UIAGM Jonatan Larrañaga pasó una larga temporada el pasado verano en el país norteamericano. Entre sus actividades, realizó muy buenas escaladas en roca, centrándose en los Bugaboos/Nunataks.
Texto: Jonatan Larrañaga
Fotos: Arkaitz Saiz, Jonatan Larrañaga, Óscar Gogorza
Óscar Gogorza promovió la idea mientras escalábamos una tarde de primavera en las paredes del Mugarra. Entre pegue y pegue a los diferentes proyectos, le íbamos dando forma a un viaje que compartimos con otros tres colegas. Arkaitz Saiz, Rubén Gudino y Jorge Valle, o lo que es lo mismo, “iban un “guipuzkoano, un bilbaíno y un madrileño…”. Este último no pudo asistir por una fractura en la mano, dos días antes de volar.
Se me hacia raro no estar guiando en Chamonix, el año había sido largo, currando mucho con la formación y este verano iba a ser diferente, necesitaba un poco de desconexión. Era el primer verano de los últimos quince que no iba a estar de campaña en los Alpes, guiando a clientes que ya son grandes amigos después de muchos años atados al otro extremo de la cuerda, y me acordaba de todos los colegas y de los buenos momentos que hemos compartido juntos.
A mediados de Julio partimos del aeropuerto de Loiu ( Bizkaia) Arkaitz Saiz y el que suscribe. Como de costumbre el peso en las maletas es el motivo de conversación mientras hacemos cola a las 5:00 de la mañana en la terminal de KLM. Por suerte nos toca una azafata que estudio conmigo en la época del instituto, eso nos facilitó mucho las cosas en este comienzo de viaje…
Para cuando nos queremos dar cuenta y después de más de 20 horas de viaje, estamos en la ruta 1 dirección Banff, nuestro primer destino nada más aterrizar. La lluvia y las bajas temperaturas son la tónica de estas primeras jornadas. Nos comentan los locales que la primavera ha sido muy lluviosa y que no es muy normal este tiempo tan adverso.
La primera semana la dedicamos a escalar un poco en las inmediaciones de Canmore y a hacer relaciones entre viejos amigos.
Steve Holezki es un colega con el que he compartido muy buenos momentos durante los veranos en Chamonix. El es guía canadiense y trabaja en el rescate dentro del parque nacional Banff /Jasper. ¿Quién mejor que Steve para que nos facilite información de primera mano?. Quedamos varias tardes y ayudados de varias guias y mapas nos va poniendo deberes para los siguientes diez años….jejeje…cada sector que comenta tiene mejor pinta que el anterior.
Nos viene bien unos días tranquilos para hacernos al horario y ubicarnos en la zona. Esto es inmenso y nos tenemos que centrar en hacer un plan para las próximas dos semanas, ya que Óscar y Rubén vienen a primeros de agosto con una idea fija: escalar en Bugaboos.
En esos quince días que comparto viaje con el fotógrafo Arkaitz Saiz escalamos varias de las paredes y montañas más representativas del lugar. Yanmuska, Mont Rundle, Ecco Wall, Ya -Ling y el Mont Louise fueron sin duda algunas de las que más nos llamaron la atención. Esta última es una montaña piramidal que destaca entre las demás por su silueta y lejanía. Mi colega Steve nos recomienda una ruta suya que había abierto hace un par de veranos de unos 300 metros. 6C.
La aventura estaba asegurada y la jornada no nos defraudó. Muy parecido a escalar en Dolomitas, con un calcáreo blanco bien roto en muchas partes. Las aproximaciones son kilométricas y requieren de buen olfato alpino; para esta al Mont Louise empleamos 4:30 para llegar a pie de vía…así que ya os podéis imaginar.
Las jornadas se sucedían a buen ritmo y el tiempo pasaba volando. Para cuando nos queremos dar cuenta estamos preparando los petates para subir al campo base de las Bugaboos. Subimos de avanzadilla para cuando llegue el grueso del equipo.
Como siempre las mochilas son muy heavys, con hierros como para una Nose y comida para una semana. Nos plantamos en el Applebee (nombre local del campo base) después de tres horas de sufrimiento a las espaldas.
El lugar es brutal, rodeado de paredes y lagos de agua turquesa. Buscamos un sitio plano entre las losas de granito para acomodar las dos tiendas que llevamos. Nos sorprende la cantidad de gente que hay en el base, nos lo esperábamos más tranquilo.
A la mañana siguiente nos despertamos con la espalda dolorida por el porteo de la tarde de ayer, nos lo tomamos con la calma y a medio día vamos a escalar a la Crescent Spire, quizá la pared más cómoda de todo el valle. En media hora de caminata te encuentras en un sector con rutas de hasta seis largos que bien merece la pena. Escogemos una ruta que no se escala mucho, ya que las clásicas Paddle Flake y la misma MacTech están pilladas. El inicio en el granito te pone en tu sitio y algún 5.10+ nos hace vibrar…menos mal que llevamos un arsenal de friends. Aun así contentos con estrenarnos en los Bugaboos y ya maquinando la ruta del día siguiente.
El ambiente en el base es buenísimo, habrá más de 50 personas establecidas en Applebee, de todas las partes del mundo: californianos, australianos, chilenos, franceses, rusos, coreanos… gente muy variopinta con un mismo objetivo: escalar en este verdadero “parque temático”.
Arkaitz esta haciendo buenas relaciones debido a su papel como fotógrafo y cámara, de hecho pronto es conocido como “Channels“. Esto nos favorece: nos permite obtener información de primera mano sobre las rutas que queremos escalar. Este año los glaciares y aproximaciones se encuentran en muy buenas condiciones y eso se nota en la afluencia de escaladores.
Los posteriores días los empleamos en diferentes escaladas clásicas por el macizo. Con un tiempo bien revuelto que deja tormentas prácticamente todas las tardes tenemos que lidiar y afinar muy bien en los objetivos.
Escalamos prácticamente todos los días, la lluvia es el único impedimento que nos hace permanecer quietos en el campo base a mitad de semana. Este impasse lo dedicamos a portear más comida: bajamos en una hora los mil metros de desnivel que separan el campo base con el parking de acceso. Este trayecto se convertirá en un clásico durante las semanas venideras.
A finales de Julio, y tras permanecer una semana en los Bugaboos, nos vamos a Calgary a buscar a los dos compañeros que se unen al viaje. Ya han pasado veinte días desde que llegamos, y se puede decir que estamos habituados a la región. Con la compañía de Óscar y Rubén tenemos por delante otras tres semanas en las Rockys: la roca y las risas serán los aliados de las próximas aventuras.
El tiempo nos esta respetando mucho y parece que estamos teniendo suerte según nos dicen los locales.
Desde que han llegado los refuerzos no hemos parado, y el 3 de agosto nos encontramos de nuevo en el campo base. Los últimos días han sido movidos entre viaje, dormir poco y comprar víveres para las próximas dos semanas. Menos mal que el vehículo que tenemos es una ranchera grande, porque vamos verdaderamente cargados de petates.
230 kilómetros separan Canmore del parque de los Bugaboos, un trayecto que se realiza en apenas cuatro horas y que cruza de Alberta a British Columbia. Los últimos kilómetros son una pista de 50 kilómetros, que se va adentrando en el corazón del parque.
El paisaje y lo frondoso de los bosques te sumergen en otro planeta, vamos atentos ya que es fácil que se cruce algún animal salvaje, tipo ciervo, zorros o elks. Y ¡tate!, a 2km del parking vemos una Osa negra con la cría, la imagen se nos quedo en las retinas ya que fue muy fugaz y al mismo tiempo muy bonito.
En unas dos horas de marcha cargados como mulas estamos en el refugio Conrad Kain inscribiéndonos de nuevo en el Parque. La guarda Heidi ya nos conoce, así que en cinco minutos hacemos todo el papeleo y le pagamos los diez dólares pertinentes por cada noche. El sistema que usan en Canadá es muy parecido al Americano, la conservación de la naturaleza se la toman muy en serio y eso hace que funcione. En el campo base de Applebee hay unos baños secos, con bidones que van cambiando y facilita mucho la vida en un lugar con un ecosistema frágil donde sino seria una pocilga. Al mismo tiempo han hecho una fuente donde coger agua potable.
Yo desde mi punto de vista veo bien que cobren y al mismo tiempo conserven el ecosistema.
A la mañana siguiente nos despertamos con un tiempo mas que aceptable, los rayos de sol calientan lo suficiente como para salir del saco. Desayunamos con la calma y preparamos todo el material para ir a escalar en la cara sur de la Donkey´s Tower. La aproximación es corta, así que no nos estresamos, también comentar que no es una ruta de las grandes clásicas, como su vecina Ears Between. La Edwards/Neufeld consta de ocho largos con tres de fisura perfecta en 5.10+, era un buen comienzo para Óscar y Rubén. Yo, como ya había escalado hace dos semanas, ya estaba más habituado a los cerrojos y pasos de adherencia.
El tiempo parece que aguanta y nos va dejando escalar cada día de la semana. Al tercer día y después de haber escalado otras dos grandes clásicas, decidimos darle un pegue a la South Tower o lo que es lo mismo, la Beckey – Chouinard. La ruta de referencia de los Bugaboos, abierta por dos grandes maestros que iban adelantados a la época.
Una ruta que lo tiene todo: larga aproximación, 800 metros de pared y un descenso que requiere de astucia y velocidad para no estar haciendo cola en los rápeles.
El poco grip que tiene la roca y lo técnico de estos primeros largos hacen que Óscar se tenga que emplear a fondo. Los largos se suceden y el sol va calentando la roca, ofreciéndonos una jornada de ensueño. Las vistas sobre el valle son impresionantes con grandes bosques y ríos que se pierden en el horizonte. Nos vamos repartiendo la ruta en bloques de cuatro largos para así ir escalando todos de primero y no perder mucho tiempo en los cambios de encordamiento.
La ruta va siguiendo un sistema de fisuras y diedros perfectos, es una obra de arte y un gusto poder escalar esta pared, cada largo es mejor que el anterior y disfrutamos al 100% de una escalada que se encuentra entre las cincuenta mejores de Norteamérica.
Hacia las 3 de la tarde estamos en la cima del Pilar, donde se acaban las dificultades. A partir de aquí viene un terreno más alpino de unos 300 metros de roca mala, nieve y arista. Me pongo en cabeza, para ascender este tramo lo más rápido posible, después de efectuar un rapel hasta la brecha, comienzo a trepar por un caos de bloques. Realizo tres largos de cuerda con salidas al ensamble para ganar tiempo, fácil pero de ir atentos, tras 10 horas estamos cansados.
A las 4:30 de la tarde y tras algo más de 10 horas alcanzamos la cumbre. El tiempo es muy bueno y disfrutamos de quince minutos en la cumbre hablando y comentando la escalada. Estamos muy contentos y eso se nota en el ambiente: risas y vaciladas continuas entre Óscar y Rubén.
Los primeros rápeles horizontales los destrepamos y nos ahorramos recoger las cuerdas en este terreno tumbado. Localizamos la primera instalación en la punta del pilar hacia la cara norte. Desde este punto una sucesión de 11 rápeles nos deberían dejar en la rimaya. En menos de 2 horas y sin ningún contratiempo alcanzamos el glaciar del Howser.
Recogemos todo el material y nos encordamos rápidamente, esta primera sección hasta la traza principal de la Pigeon se ve muy abierta y hay que prestar atención. Me pongo en cabeza abriendo traza sobre una nieve muy pastosa y esquivando grietas grandes, Rubén y Óscar van por detrás tensando bien la cuerda, ya que la nieve esta muy guarra y es fácil que se rompa algún puente de nieve. En menos de dos horas estamos en el Applebee disfrutando de un café caliente y compartiendo las batallitas del día con Arkaitz Saiz.
Ha sido una jornada maratoniana y muy bonita, de la que nos queda un gran recuerdo.
Ya con los deberes hechos, nos tomamos un día de relax en el campo base. Desde que llegamos hace cinco días no hemos parado y se nota en las manos y piernas.
La semana siguiente continúa en la misma línea, escalando todo lo que se puede y aprovechando que tenemos una logística de primera, cada día nos aventuramos en una pared distinta. El tiempo se pasa volando y nos subimos a todas las agujas del Parque incluyendo dos rutas en la Bugaboo Spire y otras dos en el Snowpatch. El calor y las altas temperaturas van mermando los glaciares y la aproximación al Snowpatch col cada día esta más fea, con continuas caídas de piedras.
Esto nos hace tomar la decisión de ir a otros lugares a escalar. Estamos muy servidos de esta nuestra primera experiencia en los Bugaboos, habiendo escalado un buen puñado de rutas buenas y clásicas. Así que los días que nos quedan hasta regresar a España los empleamos en conocer nuevos spots entre Lake Louise y Canmore.
Con la compañía de Carlos Bühler permanecemos tres días en Lake Louise, un lugar de cuento de hadas con su gran castillo y lago donde los turistas se sacan fotos y se dan un paseo en piragua con toda la familia.
El sitio merece la pena a pesar de todos los turistas que hay, las vistas sobre la norte del Mont Temple son impresionantes y me hace pensar en próximos objetivos de cara a un próximo viaje más de cara a primavera.
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